Dios creó al hombre y le dio a la mujer para que compartiera su vida y se reprodujeran, no para que cada uno anduviese por su lado y dejaran a sus hijos en medio de la nada. Los cavernícolas, por ejemplo, solamente se unían para reproducirse y sobrevivir, mas no eran valiosas estas uniones; pero a medida que han pasado y cambiado los tiempos, nos hemos dado cuenta que la unión de hombre-mujer debe ser para complementarse y compartir el uno con el otro, ser 2 en 1.
Se dice que la casa, principalmente formada por la familia o núcleo familiar, es la primera y más importante escuela de convivencia. En ella se plantean los primeros conceptos de espacio, tolerancia y respeto que posteriormente van a caracterizar el comportamiento social y las actitudes de una persona.
Quiero detenerme, precisamente, en la última frase, la cual dice que es en la casa o mejor dicho, el hogar donde se forma a los individuos para ser útiles en nuestra sociedad, mas parece que hoy en día la familia, para muchos, hay perdido prioridad y por el contrario, antes de ésta colocamos al trabajo y “los amigos”, es decir, ya no es la primera escuela de convivencia, por el contrario, simplemente es un lugar más al cual llegamos todos los días a comer y a dormir pero no a compartir.

Afortunadamente esta situación no se presenta en todas las familias, aún es posible encontrar familias donde padre y madre saben convivir entre ellos y sus hijos; familias donde no rige la rutina y no llevan una vida monótona y aburrida que las pueda arruinar. Claro que también hay núcleos familiares completos donde no se convive sino que están unidos por cosas menos valiosas que el amor y la tolerancia, como el dinero o la obligación de mantener a los hijos. Están también las familias o más bien parejas con hijos que se divorcian porque antes de decidir compartir su vida no se tomaron el tiempo suficiente para conocerse, no pensaron en el futuro o, verdaderamente el destino les hizo una mala jugada.
Tú, como papá, como mamá, como hijo, hija, maestro, estudiante, como persona pregúntate ¿cómo se encuentra tu familia?¿qué clase de familia tienes? ¿toda la responsabilidad debe ser los padres?
En un primer momento, nos afectan las decisiones de los padres y tal vez no tengamos la culpa pero sea como sea tu familia: de ambos padres, solo la madre, solo el padre, padres separados; lo importante es qué estás haciendo tú para que exista o no una sana convivencia entre esas personas con quienes vives.
Entonces, es importante que recordemos eso, la familia no solo son dos o más personas que comparten apellido y techo, son dos o más personas que están unidas por vínculos de sangre y de amor, que se conocen entre sí y que aprenden unos de otros, todos juntos. Que bueno es tener al menos dos personas que te apoyen y te sepan corregir para ser algo valioso dentro de este mundo, no solo para ellos sino para la sociedad en general.
De niño/a nuestros padres sabían todo de nosotros pero ahora quienes debemos decirles que nos está pasando, que sentimos y pensamos, somos nosotros, nosotros debemos enterarlos de nuestra vida, no debemos romper o hacer difícil la comunicación, hay que responderles con algo más que “si, no, bien , aja, bueno”, además debemos demostrarles nuestro interés y preguntarles qué es de su vida, no hay que dejarlos hablando solos o ignorarlos, porque aunque sus discursos nos puedan llegar a cansar, la verdad es que cada día se aprende una tontería nueva y, tal vez esa tontería sea una gran lección de vida. No es fácil decir “te quiero” o “te amo” pero lo fácil, aunque parezca mentira, es demostrar que los queremos. Si en algún momento hay algo que reclamarles, hagámoslo, tenemos derecho, digámosles lo que no nos parece pero no los insultemos porque no es justo. De verdad, hagamos esas cosas sencillas hoy y no esperemos a tener que visitarlos en una cama de donde no se levantaran más y la cual no nos dejará volver a ver su rostro, volver a escuchar sus palabras, sentir de nuevo su amor, antes de esto, cuando ya estén viejos no los abandonemos y no nos dé cansancio el atenderlos, no nos desesperemos porque prácticamente están siendo los bebés que algún día ellos tuvieron que aguantar.
Algo importante y un tanto irónico es que debemos aprender a ser independientes y poder dejar, precisamente, de depender de alguien o algo para vivir pero, a su vez, no hay que olvidar a la familia y alejarse de ella por más independiente y profesional que uno pueda ser. No olvidemos que algún día nosotros ocuparemos su mismo lugar.
Finalmente, algunas preguntas que de alguna forma nos pueden servir y ayudar a reflexionar:
• ¿Sabes al menos dos anécdotas de tu papá/ mamá, ocurridas antes de que tu nacieses?
• ¿Qué edad tienen tus padres?
• ¿Dónde se conocieron?¿cómo?
• ¿Demuestran que aún se quieren?
• ¿Te escuchan?¿Los escuchas?
• ¿Los consideras tus amigos?
• ¿Realmente estás aportando a la correcta convivencia de tu familia?¿Cuándo y cómo no lo haces?
• ¿Qué piensas de tu familia?
• En tu familia, ¿hablan o gritan?
• ¿Qué pasa cuando hay escasos recursos económicos en tu hogar?¿Cuál es tu actitud?
• ¿Cambiarías la familia que tienes?
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