Recientemente, la NEf: New economics foundation (fundación de nuevas economías) lanzó una propuesta muy particular para trabajar.
Se trata de 21 hours, no son las horas diarias que debemos estar despiertos, ni las que semanalmente debemos dormir, por el contrario, es el tiempo que según NEF se debe trabajar por semana. Este proyecto no solo busca reducir el exceso en el horario laboral de una persona, abarca otros temas y merece ser estudiada minuciosamente; entre estos temas que recoge, está el propósito de disminuir las cifras de desempleo, que a su vez lleva a mayores posibilidades de alcanzar la estabilidad económica; también aclara que al trabajar menos y, a pesar de reducir el salario, la salud física y mental están más cerca de conocerse, disfrutarse y compartirse en familia.
Dentro de una sociedad tan conflictiva es díficil cambiar de un momento a otro nuestro estilo de vida, sin embargo, si ha lo largo de la historia el mundo ha dado tantas vueltas, ¿por qué no darle una nueva que pudiera significar nuestra salvación?.
Es necesario una transformación, realmente una purificación espiritual para detenernos y pensar realmente hacia donde vamos. “vivimos para trabajar, trabajamos para ganar, ganamos para consumir y consumimos destrozando los recursos naturales”, dice Ana Coote, coautora del informe de 21 hours, ella hace notar el modo de vida que llevamos hoy en día, esas palabras melodiosas no son más que la descripción exacta del círculo vicioso en el que nos hemos encerrado.
Ahora bien, ya Coote lo menciona, estamos consumiendo y la manera como lo hacemos afecta negativamente los recursos naturales. Provoca tanta tristeza e impotencia la realidad actual, y lo triste no es ver gente con hambre o basura regada en la mitad de la calle, lo desgarrador es saber qué lo causa, es vivir con la conciencia de que la inconciencia nos está llevando a la destrucción. Tener conciencia, por ejemplo, de 21 hours o es fácil, porqu eademás de ser una idea de desarrollo a largo plazo, la mediocridad y el miedo implantado a lo largo y ancho de mustras vidas, no permite que estemos preparados para este tipo de revolución.
Sí, ha leído bien, revolución. Por supuesto, en un principio pensar en revolución y no pensar en armas causa demencia, pero sépase que se puede cambiar el rumbo de nuestras vidas, dando pasos firmes que no hagan daño. Si nos vamos a volver locos porque vamos a trabajar para vivir en vez de vivir trabajando o, vamos a compartir a la hora de consumir, respetando a Gaia, bienvenida sea la locura y la demencia.
“Podríamos ser mejores empleados, menos estresados y más felices y con mejor control, lo que redundaría en una mayor y mejor productividad”, expone Anna Coote en el informe de 21 hours, y es a su vez, una estupenda justificación para que los interesados en la productividad de una empresa consideren el estudio del proyecto, tarde o temprano saldrían beneficiados.
Queremos forjar nuestro propio destino, pero la forma como nos han y hemos encerrado no lo permite. Es necesario ver el problema desde una perspectiva mucho más amplia, porque ojalá fuéramos esclavos solo de nuestros jefes, pero somos sirvientes de todo el mundo, nos arrodillamos frente al dinero, la guerra, la basura y todo porque no tenemos opciones hechas por otros pero podemos tener nuestras propias alternativas.
de una vez por todas, entendamos que cuidar el planeta no es solo cerrar la llave del agua, apagar las luces y no tirar la basura por la ventana del vehículo o casa; al igual que cuidarnos no es recargar los poderes con la almohada, solo hacer esas cosas porque todos los días nos lo repiten, no tiene sentido, ¿ de qué sirve no gastar agua si la que guardamos la contaminamos al no separar los residuos; con el humos tóxico de fábricas y vehículos?, ¿qué objeto tiene apagar las luces si dejamos la nevera consumiendo, todo por almacenar productos procesados?, ¿cuál es el punto de no arrojar los desechos por la ventana si la cultura urbana no enseña a separarlos y darles un uso adecuado?, ¿qué lógica hay en acostarse temprano, intentar dormir ocho horas si al día siguiente alguien ajeno exprimirá nuestros sesos?, ´¿por qué hay que esperar que el humo cubra nuestros rostros para dejar de producir tanta basura y empezar a conocer la variedad gastronómica que pacha mama con procesos químicos naturales y, para nada tóxicos nos ha ofrecido siempre?. Y ¿porqué esperar más de 1000 muertes laborales para asumir que el estrés es una enfermedad que la actualidad nos autoriza padecer?
Empezando con la conclusión, asumo que trabajar 21 horas semanales puede no ser viable del todo pues provocaría mucho desorden pero este puede ser el inicio de cambios importantes.
Finalmente, al terminar de leer, lo correcto no es hacer un cartel exigiendo 3 horas diarias de trabajo, pues eso no es una locura sino una tontería. Lo ideal sería evaluar los pro y los contra de esta idea, en el ámbito personal, laboral y mundial; pensar si se está dispuesto a profundizar las cosas para dejar de ser esclavos de la ignorancia, arma perfecta de los tiranos; decidir entre compartir el dinero y disminuir la cantidad de desempleados, la cual supera muy por encima la tasa de hace 30 años, o seguir ganando plata mientras otros no tienen ni una fuente de ingresos; atender el llamado de la madre naturaleza e ir en busca de su salud y la nuestra; proponer acerca de 21 hours, tal vez más, tal vez menos.
© 2010 Marie Molinares. Todos los derechos reservados.